El filial del Club Deportivo Leganés consiguió en la mañana de este
domingo ascender a Tercera División tras imponerse a domicilio al
Montijo-San Antolín (1-3). Dos goles de Malote y uno de Mora certifican
la vuelta del filial pepinero a Tercera nueve años después.
por su alto interés reproducimos literalmente la noticia publicada en el Pais el 30 de mayo de 2016 por el periodista Diego Torres
Alejandro
Urrea, jugador colombiano del Pozuelo, de 16 años, libra una batalla
jurídica que amenaza con derogar el régimen de control de menores en el
fútbol
Luz María Arango y su hijo Alejandro Urrea Arango en los campos del Pozuelo. SAMUEL SÁNCHEZ
El Bosman de Pozuelo es un muchacho de pelo
trigueño y largos miembros embutidos en unos leotardos y una camiseta
negra que emplea para protegerse del roce abrasivo del plástico y la
goma del campo de césped artificial. Es portero. Se llama Alejandro
Urrea Arango. Nació en Medellín
hace 16 años y el verano pasado estaba jugando con sus amigos en el
Formantioquia, un club de barrio, cuando le llamaron por teléfono. Era
Luz Arango Uribe, su madre, desde España, donde se encontraba de viaje
visitando a un familiar. “Mi madre”, recuerda, “me preguntó si estaba
dispuesto a venir a España a tener una experiencia de vida en otro país y
en otra cultura. ¡Y claro, uno piensa en España y piensa en el
fútbol!”.
Madre e hijo obtuvieron el permiso de residencia legal y se
establecieron en Pozuelo (Madrid), uno de los municipios con mayor renta
media de España, según el INE. Corría el mes de septiembre. Alejandro
se inscribió en el colegio Everest y fue a probarse al equipo juvenil
del Pozuelo. Le hicieron el reconocimiento médico. Lo admitieron. Se
preparaba para jugar cuando la Real Federación de Fútbol de Madrid
(RFFM) rechazó su ficha argumentando que incumplía el artículo 19 del
Reglamento de la FIFA sobre Transferencia de Jugadores, puesto que todo
menor extranjero debe aportar “contrato de trabajo del padre y de la
madre debidamente firmado”.
Alejandro reaccionó con optimismo. “Llevaba entrenando un mesesito”,
dice, “Imaginé que no era un problema grave”. No sabía que en virtud
del artículo 19, la FIFA penalizó al Barça, al Atlético y al Madrid,
tres de las instituciones más potentes del fútbol, por fichar menores
extranjeros sin justificar el trabajo de los padres.
Madrid y Atlético, amenazados con no fichar hasta 2017
Los intereses que defiende Alejandro Urrea Arango, el joven de 16
años que ha impugnado las normas de la FIFA ante la justicia ordinaria,
coinciden con los intereses de los grandes clubes europeos, que se
sienten maniatados para incorporar menores extranjeros a sus canteras
pero no se atreven a cuestionar las normas del máximo organismo del
fútbol por temor a las represalias del sistema.
España es el país más represaliado por la FIFA en su cruzada por
imponer el artículo 19 del Reglamento sobre Transferencia de Jugadores.
Primero, con la sanción al Barcelona, impuesta en 2014, por la cual
prohibió al club catalán realizar fichajes durante un año y le obligó a
pagar 370.000 euros de multa. Luego, con su sanción al Madrid y al
Atlético con la prohibición de fichar hasta 2017, publicada el 15 de
enero pasado y recurrida por los clubes en apelación. En espera de una
resolución definitiva, Atlético y Madrid obtuvieron la suspensión
cautelar del castigo.
Suiza, capital europea de las finanzas, es un símbolo de la
acumulación de riqueza. Pero el legislador suizo que redactó el artículo
19 no contempló la posibilidad de que existan familias lo
suficientemente ricas como para mantener un buen nivel de vida sin
necesidad de trabajar. Familias como los Urrea-Arango, cuyo hijo quería
jugar al fútbol en el Pozuelo y la FIFA se lo impidió blandiendo una
norma cuyo espíritu es evitar la explotación infantil.
El invierno desconocido
Muchos de los niños extranjeros residentes en España se resignan a
quedarse sin jugar en competiciones de aficionados por falta de ficha.
Luz Arango emprendió una batalla jurídica. Presentó un recurso de alzada
contra la RFFM, que respondió que solo cumplía órdenes de la Real
Federación Española de Fútbol (RFEF). Pasaron los meses. Entre meandros
burocráticos llegó el invierno. “En Medellín es siempre primavera”, dice
Alejandro, que no dejó de entrenarse. “Aquí, a cero grados me
traqueteaba todo el cuerpo. ¡Nunca había estado en un invierno!”.
Luz recurrió al juez de lo contencioso-administrativo y en enero
presentó una reclamación ante el Consejo Superior de Deportes (CSD). El
17 de marzo el CSD ordenó a la RFEF que expidiera la ficha. El CSD
argumentó que tanto el reglamento de la RFEF como la Ley del Deporte
coinciden en no exigir más que la residencia legal, y advirtió de que la
RFEF “no puede sino estar sometida al reglamento jurídico español”, ya
que la FIFA no es más que “una organización de carácter privado sometida
al derecho suizo”.
Entre la espada de la FIFA y la pared de la ley, la RFEF tardó mes y
medio en autorizar la ficha. Alejandro debutó con el Pozuelo el 8 de
mayo, en la jornada 27ª. La Liga estaba casi concluida. No se jugaban
nada en el penúltimo partido, cuando el portero saltó al campo del
Collado Villalba. Cayó un chaparrón. Acabó empapado y le metieron cinco
goles. “Ya no competíamos”, lamenta.
Con o sin ficha, el proceso judicial sigue abierto. La RFEF recurrió
la decisión del CSD en reposición. Este periódico requirió sin éxito a
Kepa Larumbe, abogado de la RFEF, para que explique su posición. José
Sánchez Parra, abogado de Alejandro, sonríe: “Si regulas una cosa tan
delicada como los menores no puedes obviar que existe una legislación
nacional e internacional, comenzando por la Convención del Niño, vigente
en más de 100 Estados, que dice que no se puede discriminar en razón
del origen o los rendimientos económicos familiares”.
Hace 21 años, Jean-Marc Bosman, un modesto jugador belga, se amparó
en el Derecho Internacional para derogar la normativa de la UEFA que
restringía la movilidad de futbolistas profesionales. La Ley Bosman
transformó la industria del fútbol. La batalla de Alejandro Urrea, el Bosman de Pozuelo, puede tener consecuencias análogas para los menores.
“Verá, yo soy un mero empleado de la RFEF”
Empeñada en que se cumpliera con la resolución del Consejo Superior
de Deportes a favor de concederle una ficha de futbolista aficionado a
su hijo de 16 años, Luz Arango Uribe dice que hizo “un camping” en el
jardín de la Federación Española de Fútbol, en Las Rozas. Reclamó
diariamente pero los encargados de expedir las fichas no la recibieron.
Transcurrido más de un mes de dilaciones, la única persona que se puso
en contacto con ella vía correo electrónico fue Kepa Larumbe, el
responsable jurídico. Su carta del 25 de abril resume la dificultad de
las federaciones nacionales de fútbol ante la presión de la matriz de
Zúrich para que cumplan con el Artículo 19 del Reglamento sobre
Transferencia de Jugadores.
“Verá, yo soy un mero empleado de la RFEF”, comienza, “que se limita a
hacer lo que la empresa dictamina y en este caso no he recibido la
autorización para poder reunirme con nadie. Hablé con José Sánchez Parra
[el abogado de la familia] y he estado haciendo lo posible para
desbloquear la situación, ya que a pesar de que desde el punto de vista
jurídico considero que la resolución del CSD no es ajustada a derecho,
también entiendo la situación personal de Alejandro y la suya como
madre”.
“Me consta”, prosigue, “que desde el pasado jueves la licencia ya
está tramitada por la Federación de Fútbol de Madrid, que es la
competente para hacerlo, tras un escrito que yo mismo envié a la
Federación Madrileña (un escrito que por cierto he enviado por mi cuenta
y riesgo y a pesar de no tener el visto bueno de mis superiores)”.
“Por favor, entienda también la situación de la RFEF. Quizá no lo
sepa, pero la FIFA nos sancionó con una multa de 500.000 por no aplicar
las normas sobre menores extranjeros y es un asunto muy delicado.
Además, el hecho que ante el CSD se solicitara la inhabilitación del
Presidente de la RFEF y del Presidente de la Federación de Fútbol de
Madrid, tampoco ha ayudado a que la RFEF haya accedido a mantener
ninguna reunión".
“No sé si este e-mail le sirve como explicación”, concluye el
abogado, “pero creo que define la situación. Espero que las cosas
vuelvan al cauce normal y que su hijo Alejandro pueda jugar al fútbol
como un niño más junto a sus amigos”.
Hoy Alejandro tiene ficha. Pero ni su madre ni su abogado están
seguros de que la RFEF no se la deniegue cuando la quiera renovar para
la temporada que viene. “Como hemos reclamado a la RFEF ante el juez de
lo contencioso administrativo” explica Parra, “al darle la ficha ellos
esperan que se cumpla el objeto de la pretensión y que el juez archive
las actuaciones. Quieren evitar una decisión judicial en contra de la
RFEF porque crearía un precedente”.
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